"Espiritualidad" es una palabra desafortunada.
El "espíritu" de una persona es algo valorado en la sociedad moderna, pues indica lo más hondo y decisivo de su vida: la pasión que la anima, su inspiración última, lo que contagia a los demás, lo que esa persona va poniendo en el mundo.

El espíritu alienta nuestros proyectos y compromisos, configura nuestro horizonte de valores y nuestra esperanza. Según sea nuestro espíritu, así será nuestra espiritualidad. Y así será también nuestra religión y nuestra vida entera.

Cuidar la espiritualidad cristiana es reavivar nuestra religión.


Un poco de historia...

Decicí comenzar a escribir esta especie de diario, porque ya fueron varias las personas que directa o indirectamente me preguntaron si algún día escribiría mi experiencia de vida comunitaria en el Movimiento de los Focolares.Con la esperanza que pueda ser de utilidad para otras personas,ya que, obviamente,creo que para mí será muy útil el esfuerzo de transformar en palabras algunos acontecimientos simples, otros menos,pero que han marcado mi personalidad y mi identidad como cristiana. En fin, situaciones que pueden ser comunes a muchas personas, o que tal vez puedan alertar a otras en algunos momentos de su vida. Aún si soy muy conciente de que cada persona aprende de su experiencia personal y no son pocas las veces en las cuales es necesario tropezar con la misma piedra para prestar más atención al camino.
También quiere ser una lectura de acontecimientos del pasado en clave evangélica, sin que esto deje de ser a su vez bastante subjetivo...pero fue o sigue siendo lo que Dios construye dia a dia, momento a momento en mi alma,como creyente y muchas veces atravesando largos túneles de "ateismo" y "agnosticismo" y por qué no de luchas internas con un Dios que a pesar de todos mis desaires siempre está ahi y me espera...
Dos palabras para situarnos en el espacio y en el tiempo.
Soy la primera de 4 mujeres.Entre nosotras hay poca diferencia de edad,y las dos últimas son mellizas.Nací en una pequeña ciudad de la Patagonia argentina, en el valle del Rio Negro.Por lo tanto con una geografía bastante particular. Muchos lugares tienen el sabor del trabajo arduo de los primeros colonos.Y eso se puede constatar fácilmente cuando se intenta sembrar o plantar algo en su tierra árida.
Desde pequeña me interesé bastante por la vida de los santos y casi antes de los doce años había leído toda la Biblia.A esa edad le dije a mis padres que quería ir a catecismo para poder recibir la Eucaristía.Recuerdo que hicimos una preparación bastante intensa con una de mis heramanas y en diciembre tomamos la 1º comunión en el camarín de la Virgen del Valle, en Catamarca.(Mi mamá es oriunda de allí y le había prometido a la Virgen que su primera hija tomaría la comunión en la Catedral de Catamarca).Aún si no recuerdo los detalles, muchas veces pensé en ese momento como algo especial y único.
A partir de ese momento comenzó interiormente una búsqueda de "plenitud".Obviamente con los ojos de un adulto, y después de haber transitado un trecho de camino, puedo darme cuenta de los distintos signos de esto.
Participé de varios grupos de jóvenes, pero como la mayoría de las ciudades del interior,esos grupos tienen corta vida por el hecho que a los 18 o 19 años, los jóvenes se trasladan a otras ciudades para estudiar.
Me gustaba muchísimo leer y leía todo lo que encontraba.Cuando tenía 16 años me encontré con una publicación de una revista que tenía una propuesta interesante para los jóvenes.Se trata de la revista Ciudad Nueva editada por el Movimiento de los Focolares. Jamás había escuchado ese nombre y me resultaba muy raro. Pero de todos modos me interesó mucho el artículo porque hablaba entre otras cosas de "recomenzar".Me fascinaba esta palabra..."recomenzar","volver a empezar"...tenía una magia especial. En mi mente de adolescente provocaba algo extraordinario que intento descifrar para transmitirlo.Era como haber descubierto lo que realmente estaba buscando: cualquier cosa que hubiera pasado,todo, no había nada que no pudiera resolverse con esta palabra:"recomenzar".Y eso por qué...porque Dios es Amor y en su infinito Amor nos espera, nos ve nuevos, nos envuelve y nos transforma en creaturas nuevas.Y del mismo modo nosotros podíamos actuar con todas y cada una de las personas con quienes nos llegábamos a relacionar.
Al poco tiempo participé de un encuentro de dos días en una ciudad cercana.Había sobre todo familias, jóvenes, adultos...en fin,una pequeña ciudad.Yo había participado anteriormente de retiros y jornadas, pero esto no era muy parecido a lo que había vivido.Había momentos de encuentro en la sala grande en los cuales recuerdo sobre todo las experiencias de vida de algunas personas que desfilaban por el escenario.Y allí un descubrimiento fabuloso: "el Evangelio se puede vivir".Esta gente me estaba contando eso, me estaba diciendo cómo había intentado vivirlo y los frutos que encontraba...paz,alegria,reconciliación,plenitud...
Y entonces yo qué estaba esperando.Era lo que estuve buscando todo el tiempo y no podía perder esta oportunidad.Además también hubo sensaciones físicas concretas que me confirmaban que era esto lo que anhelaba.Esta sensación de plenitud,yo la llamaba también de Paraiso y la asocié siempre con Maria (con quien tenía una relación muy simple y cercana),recuerdo que se repitió pocas veces , pero fueron siempre momentos claves de mi vida.
En ese encuentro adquirí varios libros de Chiara Lubich, la fundadora del Movimiento para poder empaparme más del tema.Recuerdo sobre todo:"La unidad y Jesús Abandonado".
Ese libro lo leí muchísimas veces y cada vez encontraba una respuesta a mis inquietudes más profundas.Iba descubriendo una forma de relacionarme con Jesús más íntima.Una noche mientras estaba leyendo en mi cama una página de este libro, percibí la misma sensación de la que hablaba antes y en mi fantasía me parecía que María quería decirme "tenés que hacer algo más que esto...date una oportunidad, vos también podés ser como Chiara".





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