Esta frase tomada del diálogo de una película que vi hace mucho tiempo y que volvería a ver con mucho gusto (Tierra de sombras), me devuelve siempre el sentido de lo que soy realmente frente a Dios.
Expresa la relación de diálogo y de amistad que puede existir entre Dios y yo.No rezo para cambiar los planes de Dios o para enseñarle cómo tendría que ser el mundo o una determinada situación.Quiero rezar para intentar ponerme en sintonía con El, el Creador, el Infinitamente grande y el Infinitamente pequeño, el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin.
Compruebo día a día que muchas veces me dejo llevar por el trajín del trabajo,los viajes,las idas y vueltas...y ese tiempo destinado a la oración, al diálogo, al silencio, a la contemplación...queda siempre postergado, corre siempre el riesgo del trueque (fácil y rápido)y me voy conformando con los pocos minutos de meditación antes de la Misa o durante o después...pero son siempre mezquinos y pobres.
Durante muchos años aprendí a decir "Por Tí" delante de cada acción o antes de empezar la jornada y era en cierta forma casi "como suplir" la práctica de la oración.Aún si reconozco que me ayudó mucho en su momento.Hoy por hoy, siento que no me alcanza...es como haber entrenado mucho un músculo y haber descuidado otro.
Estoy en búsqueda del equilibrio que pueda ayudarme a situarme delante de Dios en esa actitud de diálogo y de entrega que me doy cuenta que El me pide, aunque no me lo exija.
Hay sólo dos dias al año en los que no podés hacer nada. Uno se llama "ayer"y el otro se llama "mañana",por lo tanto hoy es el día justo para amar,creer,hacer y principalmente , vivir.(Dalai Lama) Con esta frase de Dalai Lama quisiera empezar este blog que en realidad empezó así no más...sólo como un espacio para escribir mis pensamientos y reflexiones.
"Espiritualidad" es una palabra desafortunada.
El "espíritu" de una persona es algo valorado en la sociedad moderna, pues indica lo más hondo y decisivo de su vida: la pasión que la anima, su inspiración última, lo que contagia a los demás, lo que esa persona va poniendo en el mundo.
El "espíritu" de una persona es algo valorado en la sociedad moderna, pues indica lo más hondo y decisivo de su vida: la pasión que la anima, su inspiración última, lo que contagia a los demás, lo que esa persona va poniendo en el mundo.
El espíritu alienta nuestros proyectos y compromisos, configura nuestro horizonte de valores y nuestra esperanza. Según sea nuestro espíritu, así será nuestra espiritualidad. Y así será también nuestra religión y nuestra vida entera.
Cuidar la espiritualidad cristiana es reavivar nuestra religión.
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